Toda mi vida he trabajado en la hostelería. He visto restaurantes tirar litros de aceite como si fueran agua y empresas manejar toneladas de plástico sin reciclar y sin que eso les quitase el sueño por las noches. Cada día, desperdicio tras desperdicio. Y yo, que soy amante 100% de la naturaleza, no podía seguir soportándolo.
A los 37 años, me harté. No quería seguir en un mercado laboral que ignora el medio ambiente. Mi conciencia no tiene precio. Si las empresas no cambian, yo sí. Y no estaba dispuesta a que aquello siguiese pasando delante de mí sin hacer nada por cambiarlo.
Por eso decidí abrir mi tienda de perfumería ecológica. Ingredientes naturales, envases sostenibles y cero desperdicio. Un negocio que respete el planeta como yo lo hago.
El impacto ambiental del sector laboral
El problema real es que la culpa de la enorme contaminación no es solo de la hostelería ni de las tiendas de ropa, ni muchísimo menos.
Hablamos de las grandes empresas que también tienen su parte de culpa. Envases innecesarios, embalajes excesivos, productos que podrían tener una segunda vida y acaban en un vertedero… Se actúa como si los recursos fueran infinitos, como si el planeta tuviera una capacidad ilimitada de recuperación. Pero no, no la tiene…
Después de años viendo este desastre, entendí que no podía seguir formando parte de un sistema que destruye sin pensar en las consecuencias. Si nadie dentro del sector iba a cambiar, yo tenía que hacerlo.
Por eso decidí emprender. Un negocio basado en la sostenibilidad, donde cada decisión está pensada para respetar el medio ambiente. Porque sí, una empresa puede ser rentable sin contaminar. Y porque mi conciencia me exige hacer las cosas de otra manera.
Así empezó mi viaje hacia una perfumería ecológica.
La fórmula perfecta para el perfume perfecto
Crear un buen perfume no es solo mezclar ingredientes al azar y esperar que huela bien, y eso es lo que yo pensaba en un principio. Es un proceso que requiere precisión, conocimiento y, sobre todo, calidad en cada materia prima. Pero, como yo quería hacerlos respetuosos con el medio ambiente, además, debía investigar qué ingrediente son eran dañinos, así que me veía en la obligación de hacer doble trabajo.
El perfume es una combinación de esencias aromáticas y disolventes, pero no basta con tener una alta concentración de esencia: lo importante es que cada componente sea puro y de la mejor calidad. Un ingrediente mediocre puede arruinar por completo el resultado final.
En mi negocio de perfumería ecológica, todo se basa en la selección cuidadosa de cada materia prima. Desde los aceites esenciales hasta los alcoholes utilizados, cada decisión es clave para crear una fragancia única, duradera y respetuosa con el medio ambiente.
Además, el proceso de elaboración no es improvisado. Cada mezcla necesita macerarse a la temperatura ideal, filtrarse en frío para conservar su pureza y almacenarse en condiciones óptimas, lejos de la luz y el calor. Así, me aseguro de que es 100% ecológico.
La precisión en cada paso es lo que marca la diferencia entre un perfume corriente y uno excepcional. Por eso, en mi tienda, todo sigue un control riguroso, asegurando que cada frasco que llega a mis clientes cumpla con los más altos estándares de calidad y sostenibilidad.
Crear una perfumería ecológica no es solo un negocio, es un compromiso. Y esta fórmula perfecta es la base para hacer posible mi sueño.
Precisión en cada paso
Una vez que tengo la fórmula correcta, comienza la maceración. La temperatura debe ser la ideal para que los aromas se fusionen sin perder su intensidad. Un grado de más o de menos puede cambiar por completo el perfume, y ninguno queremos eso, por supuesto.
Luego viene el filtrado en frío. Este paso es clave para mantener la pureza de la fragancia y eliminar cualquier impureza sin que se altere su esencia. No es un proceso rápido ni sencillo, pero sí es muy necesario.
Después, el almacenamiento. Un perfume puede deteriorarse si no se guarda en condiciones adecuadas. La luz, el calor y la humedad pueden afectar su calidad, por eso lo conservo en un lugar refrigerado y controlado.
Cada pequeño detalle marca la diferencia entre un perfume común y uno que realmente destaque de verdad. En mi negocio, nada está hecho al azar, todo se controla. Desde la selección de los ingredientes hasta el último paso del envasado, todo sigue un control riguroso.
La precisión en cada paso es lo que asegura que mis fragancias sean únicas, duraderas y respetuosas con el medio ambiente. Porque crear un perfume ecológico no es solo una cuestión de ingredientes, sino de compromiso con la calidad.
Mi búsqueda de empresas que desarrollen y fabriquen perfumes de gran calidad
Al principio, resultó muy evidente que no podía hacerlo sola, básicamente porque no tenía ni idea de qué materiales necesitaba para cuidar el medio ambiente y porque no sabía ni por dónde empezar. Seamos sinceros, no todos saben cómo crear perfumes, y menos perfumes ecológicos.
Necesitaba proveedores de la calidad y con respeto por el medio ambiente. No bastaba con encontrar fabricantes de perfumes, debía asegurarme de que compartieran mi visión.
El primer paso fue investigar. Recorrí páginas web, foros y contacté con expertos del sector. No todas las empresas cumplen con estándares ecológicos, así que fui descartando opciones. Quería ingredientes naturales, procesos sostenibles y transparencia total.
Después, vinieron las visitas. No me conformé con leer sobre las empresas, necesitaba verlas en acción. Visité laboratorios, hablé con especialistas y comprobé cada detalle del proceso. ¿Usaban materias primas de calidad? ¿Reciclaban? ¿Garantizaban que sus perfumes fueran duraderos sin químicos dañinos?
No fue fácil. Algunas empresas presumían de ser sostenibles, pero al mirar más de cerca, descubrí prácticas cuestionables. Otras ofrecían buenos ingredientes, pero fallaban en la fabricación. Encontrar el equilibrio entre calidad y sostenibilidad tomó tiempo.
Finalmente, logré crear una red de proveedores confiables. Empresas que trabajan con precisión, que entienden la importancia de cada materia prima y que garantizan perfumes excepcionales sin comprometer el planeta.
Elegir bien es fundamental. Un perfume no es solo una fragancia, es un proceso, una historia y un compromiso. Mi búsqueda no fue rápida, pero ahora sé que cada producto que vendo cumple con los principios que me hicieron empezar este negocio.
El proceso detrás de un perfume de calidad
Laboratorios Syrch, empresa que desarrolla y fabrica perfumes para terceros de gran calidad, opina que “todo empieza con la selección de las materias primas: deben ser esencias puras, ingredientes naturales y disolventes que garanticen una fragancia duradera sin comprometer la sostenibilidad, y eso es complicado, pero no del todo imposible”.
Cada paso debe ser preciso
La maceración es clave para que los aromas se integren de manera perfecta y que mantengan la intensidad y estabilidad del perfume. Luego, el filtrado en frío asegura que la fórmula permanezca intacta, sin impurezas que puedan alterar su esencia.
El control de calidad es un proceso continuo. Desde la elección de los ingredientes hasta la elaboración final, cada etapa se supervisa rigurosamente para garantizar que el producto mantenga su estándar. No se trata solo de que huela bien, sino de que cada perfume cumpla con los requisitos de durabilidad, fijación y respeto al medioambiente.
Finalmente, el envasado juega un papel fundamental. No es solo el recipiente, sino la presentación, los materiales utilizados y la manera en que se conserva la fragancia. Elegir envases sostenibles y reducir el impacto ambiental es parte del compromiso.
Cada detalle cuenta en la fabricación de un perfume que no solo cautive con su aroma, sino que refleje calidad, precisión y responsabilidad ecológica.
Un negocio con propósito… y que respete mi forma de pensar
No quería abrir una tienda solo por abrirla, la verdad es que quería que representara mis valores, mi manera de ver el mundo y mi compromiso con el medioambiente. Para mí, no se trata solo de vender perfumes, sino de crear algo que refleje en lo que realmente creo.
Después de años trabajando en empresas que ignoraban la sostenibilidad, entendí que no podía seguir en ese camino. He visto demasiadas prácticas que dañan el planeta sin el menor remordimiento. Restaurantes desperdiciando aceite sin reciclar, fábricas llenas de envases de plástico que terminan en la basura, grandes compañías que solo piensan en reducir costos sin importar el impacto ambiental.
Todo esto me hizo darme cuenta de que debía tomar una decisión: seguir en un sistema que no me representa… o crear algo que realmente esté alineado con mi forma de pensar.
Así nació mi perfumería ecológica. Quería demostrar que se pueden hacer las cosas bien sin destruir el planeta. No utilizo ingredientes que dañen el medioambiente, ni envases innecesarios. Todo tiene un propósito, nada se desperdicia. Todo tiene su lugar al final.
Lo que quiero es ofrecer productos que no solo sean buenos, sino que también reflejen un compromiso real con la naturaleza. Este negocio es mi manera de demostrar que responsabilidad ambiental y rentabilidad pueden ir de la mano.
Porque si el mercado laboral no cambia, yo lo haré a mi manera. Así es como construyo algo que realmente importa.








