Plástico, enemigo del planeta

De todos es sabido que uno de los materiales más nocivos para nuestro planeta es el plástico. Si hablamos de cartón, papel o madera es obvio que tenemos un problema debido a la deforestación a la que estamos sometiendo a nuestros bosques y la solución, que pasa por el reciclaje, aún está bastante lejos del alcance de nuestra mano ya que hace falta aún mucha concienciación ciudadana, tanto a nivel particular y familiar como a nivel empresarial.

Si todas las empresas, así como todas las familias recicláramos en cristal, el papel y cartón y el plástico otro gallo nos cantaría pero, por ahora, la realidad es que aún hay más población que no recicla de la que sí lo hace. Aunque parte de ese problema es culpa de nuestros gobiernos. Sin ir más lejos, en mi barrio, hay muy pocos contenedores de reciclaje. Yo misma tengo que caminar al menos 10 minutos para poder reciclar y, sin embargo, contenedores de residuos, de toda la vida, tengo en la esquina de mi calle. Ante esta situación, no es extraño pensar que muchas personas que llevan una vida sedentaria no reciclan por no ir tan lejos a tirar la basura, mientras que teniendo contenedores más cerca puede que sí hicieran el esfuerzo.

Con esto no quiero decir que la culpa de que en mi barrio recicla poca gente es del Gobierno, porque quien quiere, puede. Lo que digo es que desde el Ayuntamiento tampoco facilitan las cosas.

El plástico mata

Ahora bien, dentro de que todo material reciclable debería ser reciclado para su posterior reutilización, la materia prima que más daña nuestro ecosistema es, como decíamos, el plástico. Tarda cientos de años en descomponerse en el medio ambiente, hasta 1000 años según el tipo de plástico, lo que es una barbaridad y además yo soy de las que piensa que aunque reciclar siempre es bueno (siempre), no se consiguen los mismos beneficios reciclando plástico que cartón y papel porque, desgraciadamente, la mayoría de los desechos plásticos recogidos “para reciclar” en realidad son exportados a países pobres, incinerados, convertidos en objetos no reciclables, o arrojados directamente al vertedero y el motivo es muy sencillo: reciclar plástico resulta muy caro.

Ahora bien, puede que haya una luz al final del túnel. Aunque la mejor opción sería retirar este material del mercado, eso es algo inviable teniendo en cuenta nuestro sistema de vida, pero lo que sí es viable es cambiar el plástico tradicional por el plástico biodegradable. Actualmente se puede crear casi cualquier cosa con plástico biodegradable. Ya son muchas las empresas que demandan sus bolsas impresas con publicidad a fábricas como Plásticos Alhambra, donde su mayor producción son las bolsas biodegradables.

El plástico biodegradable está fabricado con materias primas orgánicas que proceden de fuentes renovables como el plátano, la yuca, la celulosa, las legumbres, etc. Estos tardan muchísimo menos tiempo en descomponerse en el medio ambiente y aunque lo ideal sería que no hubiera más plástico en el planeta, el plástico biodegradable es una solución favorable en la actualidad para poder seguir utilizando este material sin dañar el ecosistema de una manera tan brutal como se hacía hace pocos años, e incluso que a día de hoy se sigue haciendo.

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