Los extremos siempre han sido malos compañeros, al menos esa es mi opinión, y no se trata de una cuestión de “no mojarse” o de intentar ser siempre imparcial para evitar el confrontamiento, es que realmente opino que los extremos nunca han hecho bien a nadie. Ya sea en política como en cualquier tema de la vida diaria, llegar hasta el extremo de algo puede significar un final horrible, tanto para ti como para tu familia. Digo todo esto porque estoy cansada de escuchar cómo diferentes sectores de la sociedad rozan, y llegan al insulto, ante hombres y mujeres que deciden pasar por quirófano o hacerse ciertos retoques estéticos, algo que en mi opinión puedes hacer o no, pero cuyo mayor daño se encuentra en ese extremo del que hablaba antes.
Pensad por ejemplo en la alimentación, ¿tiene algo de malo tomar una taza de café por las mañanas? Pues todo depende del estado de tu salud física pero, en principio, un café el día no tiene por qué hacer daño a nadie y, demasiado café, puede llegar a desencadenar incluso en una muerte prematura. Lo dicho, lo extremos nunca fueron buenos.
Así pues, tanto el que tiene un trauma por culpa de su incipiente nariz como la que se hace una liposucción de cartucheras se merecen todo mi respeto y, aunque yo ese respeto no se lo pierdo a nadie, he de reconocer que aquellos que llevan la cirugía estética al extremo para ser auténticas muñecas o muñecos suelen repelerme aunque yo intente evitarlo.
Hoy en día, una de las operaciones estéticas más demandadas en nuestro país, es la rinoplastia, y no me extraña para nada ya que son muchos quienes tienen ciertos complejos con esa parte de su rostro. Y, sinceramente, bajo su propia responsabilidad no veo ningún problema en que hagan lo que les dé la gana con su cuerpo y con su vida. El problema viene cuando su obsesión por la perfección les obliga a poner su vida en peligro y los profesionales apoyan dichas cirugías.
En Artestetica nos han explicado que antes de someter a cualquier paciente a un proceso quirúrgico de cualquier tipo, dicho paciente ha de pasar por una valoración psicológica previa, sobre todo cuando los especialistas denotan algún tipo de situación que hace saltar sus alarmas. El problema es que muchas otras clínicas pasan este punto por alto.
El bótox
Es como el tema del bótox. ¿Tiene algo de malo que un hombre una mujer adulta decidan inyectarse algo de bótox bajo supervisión médica con el fin de mejorar su físico? Yo opino que no, pero cuando se inyecta tanto bótox que hasta tu rostro parece otro la cosa empieza a ser preocupante. No es que yo tenga que juzgarles porque, al fin y al cabo, ni yo ni muchos de nosotros que opinamos de lo que nos da la gana somos lo suficientemente perfectos como para tener derecho a juzgar a nadie, pero la realidad es que bajo mi punto de vista, cuando tu rostro cambia tanto que podrías ser otra persona debes empezar a hacerte preguntas sobre tu estado de salud mental.
Pero el problema no es la falta de información, algo que antes sí podía ser relevante, ya que a día de hoy hay información de todo a tiro de piedra. De hecho, los médicos especialistas se han aliado en un portal web especializado para poder informar debidamente a todos los usuarios.
En este portal aseguran que sentirse a gusto con uno mismo es imprescindible para tener estabilidad emocional y para mejorar la calidad de vida de las personas. Debido a la importancia y al impacto que estos factores tienen en los pacientes, es muy relevante encontrar a los mejores profesionales y asegurarnos de estar bien informados, tanto de los pros como de los contras, motivo por el cual los profesionales de esta especialización se han decidido a lanzar #Pidenoseltítulo, una campaña online realizada por SECPRE (Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética), con el objetivo de visibilizar a los profesionales que cuentan con el título oficial de “Médico Especialista en Cirugía Plástica, Estética y Reparadora” y que, ante los cuestionamientos sociales, quieren aclarar quiénes son, cómo se han formado y por qué recurrir a ellos. Esta campaña pretende crear un impacto positivo en la sociedad y conseguir así que solo se realicen este tipo de intervenciones de la mano de especialistas cualificados.