Hablar de conciencia respecto de nuestra situación en el mundo es contar que estamos en él, pero también es saber que la muerte forma parte de esta existencia que por ahora es temporal. La muerte es algo que preocupa a toda la humanidad desde el principio de los tiempos. De ella escapan los animales cuando se sienten presa de un superior en la cadena alimenticia y tratamos de escapar nosotros con medidas de seguridad cada día como pueden ser la instalación y el mantenimiento de los extintores de Balsamar en nuestras casas y centros de trabajo, o con desfibriladores en los lugares más concurridos.
Pues bien, de la muerte y de la espiritualidad podemos saber más gracias a un trabajo publicado por Luis Racionero, Espiritualidad para el siglo XXI. Para él, la causa del miedo a la muerte es el pensamiento occidental: su creencia en el ego, su marasmo verbal y la incapacidad de aceptar que cada individuo es parte indisoluble del universo: que todos somos uno. Según explica, este pánico del que no se habla aterroriza Occidente es el miedo a la muerte. Y se pregunta por qué este acto, tan natural como el nacimiento y consustancial a la vida, causa miedo. Pues bien, para él es por un error básico en la religión y ahora en la filosofía europea: ese error es concebir el ego contra el mundo, lo creado como distinto y separado del creador, y la palabra como explicación de todo.
Racionero recomienda como antídoto para disipar ese erróneo miedo a la muerte uno que no está en la filosofía ni en la religión hablada, sino en la espiritualidad, que es una experiencia, un estado de ánimo, una transformación psicosomática del cerebro. La espiritualidad no consiste en información de conceptos y palabras, sino en transformación del estado mental, no es un conocimiento, sino una experiencia. El miedo a la muerte no se quita pensando en el juicio final y la resurrección de la carne (ya conseguida con los canalones), sino en la espiritualidad, que es un estado de ánimo al que se accede por la mística, el yoga o el zen.
Como él dice: “Vaya por delante un aviso para ahorrar tiempo y esfuerzo: la filosofía occidental, excepto en la ética, no sirve para nada, es una pérdida de tiempo, sólo utilizable como cultura general. Y digo esto porque la causa del miedo a la muerte es el pensamiento occidental: su creencia en el ego, su marasmo verbal y la incapacidad de aceptar que cada individuo es parte indisoluble del universo: que todos somos uno. Cuando esto se ha experimentado y vivenciado, no leído, es imposible tener miedo a la muerte porque el todo no muere nunca, sólo se transforma. Ahora bien, si uno se empeña en seguir, como Unamuno, ‘con todo y zapatos’, como ironizó Octavio Paz, temerá morirse. Lo vio mejor Juan Ramón Jiménez: ‘Y yo me moriré y seguirán los pájaros cantando’, siendo esto así ¿dónde está el problema, si los pájaros también son yo?, el problema está en no haber vivenciado que los pájaros son yo, el problema es creer en el ego y en el racionalismo materialista de la filosofía occidental”.
Quién es Luis Racionero
Racionero (La Seu d’Urgell, 1940), licenciado en Ingeniería y Ciencias Económicas por la Universidad de Barcelona, cursó un máster en Urbanismo en la Universidad de Berkeley, donde entró en contacto con los movimientos contraculturales de finales de los años sesenta. Ha sido profesor de la Escuela de Arquitectura de Barcelona y la facultad de Económicas de la UB, además de bye-fellow en el Churchill College de Cambridge y director de la Biblioteca Nacional de España. Ha escrito novela y ensayo, tanto en castellano como catalán, en total alrededor de una treintena de títulos. Ha colaborado como articulista en diversos medios.