Si eres aficionado al vino habrás podido comprobar cómo se ha puesto de moda eso del vino ecológico. Ahora vas a catas o a restaurantes donde su punto fuerte es el de tener vinos ecológicos. ¿Cómo es esto? Pues cosas de los nuevos tiempos. Afortunadamente, vino ecológico no significa pérdida de calidad, pero sí, otra forma de producirlo. Hoy queremos hacer un repaso a cómo es la producción de este cultivo de vid. Para ello nos ponemos en contacto con Plantvid, una empresa que es una autentica guía vitícola, caracterizada por su fiabilidad y practicidad, así como sencilla en su manejo.
“Debido a nuestra apuesta por la calidad y lo natural, nuestro servicio de venta de cepas de vid y plantas cuenta con especímenes aptos para plantaciones ecológicas y biológicas, de ahí que el principio de sostenibilidad y nuestra filosofía de respeto medioambiental, sea uno de los argumentos primordiales de viveros de vid”, explican desde la empresa.
Producción ecológica
Lo primero que tienes que tener claro es que la producción ecológica de vino no es solo la sustitución de los productos químicos de síntesis prohibidos (pesticidas y fertilizantes), por otros permitidos por la producción ecológica. Los cambios en el sistema de producción deben ser más profundos, estableciendo variedades adaptadas a las condiciones agroclimáticas locales, mejorando la fertilidad natural del suelo e incrementando la biodiversidad del sistema, de forma tal que se potencien los procesos ecológicos naturales beneficiosos como aquellos que permitan una nutrición adecuada de las plantas, la regulación biótica y ambiental. Es decir, que si quieres hacer un vino ecológico entra todo.
Para hacer un vino así, las normas de la producción ecológica prohíben el uso de plaguicidas y fertilizantes de origen químico de síntesis, por tanto, en la producción ecológica se desarrollan diferentes estrategias de manejo para cumplir con la normativa.
El cultivo ecológico es un reencuentro con la naturaleza, y con nuestro patrimonio vitícola (clima y suelo). Se cuida el entorno (ribazos, flora autóctona) y el paisaje vitícola, se usan productos naturales (cobre, azufre, extractos de plantas, …) poco agresivos, se busca la autosuficiencia del ecosistema cerrando ciclos, compostando materia orgánica (raspón, orujos, sarmientos, estiércoles de la zona) y usando abonos verdes o cubiertas vegetales en busca el equilibrio de la planta y el entorno.
Comparando con el viticultor convencional, en los viñedos de cultivo ecológico al cabo de pocos años se observa una mayor resistencia a plagas y enfermedades, mayor cantidad de levaduras en los hollejos de las uvas, mayor acidez total y menos pH, mayor calidad aromática y color, factores que van relacionados directamente con una reducción moderada de la producción.
Los viñedos
Para considerar que un viñedo es ecológico es necesario que durante tres años se haya tratado según las normas que regulan este tipo de cultivos, siendo necesario que estos procesos hayan sido controlados y certificados por el organismo correspondiente. Un viñedo ecológico necesita de mejores condiciones tanto del terreno como del medio ambiente donde se va a desarrollar, que un viñedo convencional.
Técnica
La mejor técnica para los viñedos ecológicos es la de las cubiertas vegetales. Esto consiste en dejar crecer la vegetación en las calles entre las vides o bien sembrar en las mismas diferentes especies. Estas cubiertas vegetales ayudan al desarrollo de diferentes insectos u organismos que combaten las plagas naturales de la vid. Las cubiertas pueden ser permanentes, o pueden ser eliminadas durante la primavera, momento en que pueden competir con las vides por el agua. Si decidimos eliminar la cubierta, esta puede ser enterrada en el terreno para aportar al suelo más cantidad de nutrientes.
Contaminación
Ante el cambio climático y la competencia por los escasos recursos, todos los agentes pertenecientes al sistema alimentario, deberán transformarse y ser más eficientes tanto en el aprovechamiento de los recursos, como reduciendo sus impactos ambientales, incluyendo las emisiones de gases de efecto invernadero.
Por ello hay que aumentar los rendimientos de los cultivos, a la par que reducir nuestra dependencia de los productos agroquímicos, por lo que debemos reducir los residuos alimentarios, el consumo de alimentos que se cultivan incentivando la explotación de recursos y la emisión de gases de efecto invernadero.
En cuanto a la calidad final del vino, va a depender mucho de la concentración de azúcares de las uvas, de la abundancia de levaduras y bacterias autóctonas que estén sobre los frutos en el momento de la cosecha, así como del cuidado puesto en la recolección y traslado de los racimos hasta las bodegas. Eso ya es cuestión de cada paladar.