Los estudios no mienten. Existe una clara conexión entre la contaminación y los problemas de audición. Yo no lo sabía hasta que acudí un día al Centro Gaes con mi padre porque desde hacía tiempo no oía nada bien. Después de hacerle pruebas, le preguntaron si había trabajado en algo relacionado con el ruido alto, y por supuesto. Mi padre fue camarero de bar durante muchos años, incluso en su juventud lo fue de discoteca. Y eso acaba pasando factura.
Las estádisticas no mienten
Y es que el ruido es uno de los elementos más dañinos que tienen las ciudades. El 80 por ciento de las personas que las habitan padecen cierto nivel de sordera, y eso no es lo peor, aunque parezca difícil de creer, el estruendo también provoca enfermedades gastrointestinales, sin contar la ansiedad, irritabilidad e insomnio. La verdad es que no podía creer que esos problemas estuvieran ligados con la contaminación acústica, pero es así.
La edad no miente
Lo más curioso es que se piensa que como mi padre, la sordera llega con la edad, pero no es así. Y menos con el estrés de vida que tenemos en la actualidad. La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos realizó un estudio con jóvenes entre los 15 y 25 años que vivieran en diferentes ciudades, y encontró que ninguno de ellos poseía íntegra su capacidad auditiva. Las razones están claras, los famosos cascos para escuchar música, las numerosas visitas a discotecas y conciertos, y por supuesto la contaminación de las ciudades. No se libran ni los colegios, que también se exceden.
Las obras no mienten
Allá donde haya una, habrá alguien enfadado, pero también alguien con problemas de audición. Nadie respeta las normas. Como ocurre en la construcción de cualquier edificio en el centro o incluso aspectos propios del Estado. El ruido constante es uno de los factores que explica diversos trastornos, por ejemplo, neurofisiológicos ocasionados por la interrupción del sueño. Un desastre para ir al día siguiente a trabajar.
El español no miente
Encima los españoles tenemos fama de ruidosos. España es el país de Europa que registra el mayor índice de ruido y el segundo de mundo, después de Japón, según un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Europeo (OCDE). España tiene su propia Ley de Ruido, pero muy pocas veces se lleva a cabo, quizás en bares o discotecas y después de unas cuantas denuncias. Además en esas ocasiones, en mi opinión, se deba más al afán de recaudar que de proteger la salud.
Los animales no mienten
No solo el ruido afecta a los seres humanos sino que también influye de forma negativa sobre la naturaleza, alterando el hábitat de determinados animales y aves. Muchos animales poseen un sentido auditivo extremadamente sensible, necesario para su supervivencia como especies.
Así pues, ten en cuenta que la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que el ruido es uno los factores ambientales que provoca más enfermedades. Ojalá entre todos podamos luchar contra ello, aunque la hazaña está complicada. El 25 de abril es el Día Internacional de concienciación sobre el ruido, un buen día para hacer reflexión. Eso sí, mejor en voz baja.