Parece que aún hay quien no se ha dado cuenta de que nuestro sistema económico es una especie de círculo que nunca se detiene y en el momento en que uno de los sectores que forma parte del círculo se descuelga todo empieza fallar provocando que haya pérdidas en absolutamente todos los sectores industriales, en mayor o menor medida.
Pensad cuando en 2008 estalló la burbuja inmobiliaria y vivimos una de las peores crisis económicas de nuestra historia. En ese momento el principal sector afectado era la construcción pero eso llevó a miles de familias a situaciones que jamás hubieran imaginado. Inmobiliarias en quiebra, constructoras paradas, fábricas de materiales de construcción despidiendo a miles de empleados, proveedores e incluso empresas instaladoras de climatizaciones, gas ciudad, sistemas eléctricos, fontanerías…. Todo se vio afectado, ¿y qué pasó entonces? ¿Acaso la tienda de ropa de la esquina no se vio afectada porque no pertenecía al sector de la construcción? Por supuesto que sí, todos nos vimos afectados en mayor o menor medida porque si un sector falla otros caen con él, y quienes viven de ellos dejan de comprar y gastar lo que implica que la tienda de ropa de la esquina vende menos que antes.
Esto es así, y lo será siempre, por eso alucino cuando hay algún que otro empresario que asegura que la crisis económica provocada por el Covid19 no va con él. Que su sector está a salvo, dicen, que su empresa hace buenos números, dicen, y que por eso no es necesario guardarse las espaldas, o invertir en mejoras ahora mismo. A ese tipo de personas solo les diré una cosa: si nadie tiene dinero para gastar en ti, ¿de dónde vas a sacar a los clientes?
Ante esto, quienes pensamos como yo que la colaboración ciudadana es primordial en estos temas, recomiendo lo siguiente: adaptación, colaboración, inversión.
Adaptación
Gran parte de nuestra sociedad aprendió a comprar de forma online durante el confinamiento. De hecho, a muchos no les quedó más remedio que hacerlo puesto que tenían ciertas necesidades que no podían cumplir en las compras físicas debido a que todo establecimiento que no fuera de primera necesidad estaba cerrado.
Mi hermana, sin ir más lejos, anti compras online desde hace años, tuvo que recurrir a ellas cuando su bebé de 3 meses pegó un estirón importante durante el confinamiento y no tenía prácticamente ropa para él. Me llamó alertada un día, diciéndome que estaba usando pantalones y bodis que prácticamente ya no le cerraban y no sabía dónde podría comprar ropa en la situación en la que nos encontrábamos. Acabó recurriendo a Internet.
Mi jefe, otro que odiaba el ecommerce por miedo a que le estafaran al tener que dar ciertos datos para comprar online a gente que no conocía, tuvo que acabar en Amazon comprándose un móvil porque el suyo dejó de funcionar de un día para otro y eso, en pleno confinamiento, era un desastre total.
Al final son miles los principiantes que empezaron a comprar a través de la red diferentes productos que, aunque no fueran de primera necesidad para el Estado, sí eran de primera necesidad en ese momento para sus vidas.
Por otro lado, quienes ya compraban de vez en cuando de forma online acentuaron sus compras y quienes ya compraban de forma asidua acabaron usando tanto la pasarela de pago Paypal que las acciones en bolsa de la misma crecieron como la espuma.
Ahora, aunque no haya confinamiento y aunque dentro de un año todo vuelva a la normalidad sin límites de aforo en centros comerciales o grandes superficies, está claro que el comercio online quedará más implantado de lo que estaba antes por lo que creo, al igual que muchos otros también, que el futuro del pequeño y mediano comercio pasa por la creación de tiendas online.
Hay quien dice que muchos comercios no tendrán salida en Internet y yo digo que “tiempo al tiempo”. Y es que hay quien asegura que una carnicería de barrio siempre será una carnicería de barrio y no necesita tienda online, y yo digo que llegará un momento en el que la gran mayoría de nosotros haremos la compra de alimentación online y preferiremos comprar al comercio de barrio que a la gran superficie pero para ello tiene que haber un comercio de barrio con tienda online que reparta a domicilio en un radio de “X” kilómetros.
Pensadlo bien, hace falta hacer una buena compra de carnicería y no tenéis ganas de salir pero como vuestra tienda de barrio de confianza tiene envíos a domicilio a través de su tienda online podéis hacer el pedido desde el móvil y en un par de horas llega el repartidor de la tienda y os da el pedido en la puerta de casa.
Sin embargo, para eso hay que invertir, y eso me lleva a la segunda clave.
Inversión
No se trata de invertir el dinero que no tienes pero sí de empezar a pensar en ese futuro online que se avecina. Hemos hablado con Deindo Ideas y nos han explicado que una pequeña web para venta online de barrio con Pestashop podría salir por menos de 1000 euros. ¿Y qué son 1000 euros para una empresa que quiere seguir al pie del cañón? Prácticamente nada.
Lógicamente esa no es la única inversión que podemos, o debemos, realizar. Hay que hacer campañas, tanto físicas como online, pero sabiendo que el coste de las campañas publicitarias en Internet es muy inferior al coste de las campañas físicas no me extrañaría nada que las pymes se ciñeran al mundo online en este sentido.
¿De qué otras inversiones podríamos estar hablando? Pues de la contratación de personal, aunque sea a media jornada, para el mantenimiento de la web y los pedidos que entren online. Y es que al final todo esto tiene un nexo común, la adaptación.
Colaboración
Y es que no podemos pretender seguir al pie del cañón sin adaptarnos a los nuevos cambios que puedan devenir en nuestra sociedad. Si el contexto cambia, nosotros debemos cambiar con el contexto, debemos adaptarnos a él para seguir siendo competitivos en cualquier sector y eso puede implicar, en muchas ocasiones, un cambio más psicológico o de forma que económico.
Este año, por Navidad, posiblemente hagamos reuniones mucho menos numerosas que otros años, y tal vez no haya comidas ni cenas de empresa que generen grandes ingresos en el mundo de la hostelería, pero a lo mejor sí se puede contratar un pequeño catering a domicilio para el último día de trabajo en la oficina. Según este catering en Madrid llamado La Frolita, su mayor esperanza es salvar las navidades vendiendo cenas de nochebuena, comidas de Navidad y catering para reuniones porque, de lo contrario, su negocio estaría obsoleto. Así que yo no pienso cocinar ninguno de esos días, encargaré las comidas y cenas especiales a diferentes establecimientos hosteleros para colaborar con ellos.
Muchas otras empresas hosteleras que antes de la pandemia jamás se habrían planteado la posibilidad de vender comida a domicilio o para recoger en su local, ahora ven en la posibilidad de preparar este tipo de cenas y comidas la salvación de su empresa o, por lo menos, aquello que les permita aguantar unos meses más. Si no les ayudamos nosotros en lo que podamos, ¿quién lo hará?
Así que ya lo sabéis, inversión, adaptación y colaboración. Ahora mismo creo que esas son las claves del éxito que nos salvarán de una crisis mayor a la que estamos viviendo ahora.