Voy a empezar diciendo que no pretendo juzgar a nadie con este post, y mucho menos ahora que todos estamos un poco desubicados, pero la realidad es que aunque expertos psicopedagogos y educadores, así como psicólogos infantiles, nos han alertado de las consecuencias que es posible que vayan a sufrir nuestros niños tras estos meses donde la palabra coronavirus ha sido la más escuchada en cualquier hogar. Los peques de la casa han vivido confinados, como nosotros, han escuchado la palabra “muertos” prácticamente todos los días y aunque no terminen de comprender qué es lo que está pasando exactamente, no son tontos, y sus inquietudes se traducen en problemas reales.
Vas paseando por la calle para que la familia, al completo, tome algo de aire y de pronto llegas hasta ese lugar donde antes los niños jugaban y corrían bajo la atenta mirada de sus padres, los parques de juegos infantiles. Hoy, esas áreas están rodeadas por cintas policiales para que nadie pueda acceder a ellas. Los niños pasan de lejos, mirando sus adorados columpios con cara triste, mientras siguen el camino que sus padres les marcan para dar ese paseo familiar.
Hay quien se pregunta que cómo puede ser que se reabran los bares y no los columpios infantiles pero, aunque me cueste reconocerlo, yo sí le veo sentido. En un bar, cuando un grupo de personas se levanta, llega el camarero, recoge vasos, platos y cubiertos, los mete en el lavavajillas para lavarlos a más de 60 grados con jabón, algo que elimina el posible virus que pudiera haber en ellos y, por supuesto, desinfecta la mesa en la que estaban sentados y las sillas con un paño limpio mojado con agua y lejía. En un parque lleno de columpios, ¿cómo vamos a evitar que toquen el mismo objeto sin haberlo desinfectado antes? ¿Ponemos una pantalla y tickets como en la carnicería para usar los columpios y cuando baje un niño y le toque al siguiente que vaya una persona a desinfectar el columpio?
Mis hijos están deseando jugar en los parques, con sus amigos, pero la realidad es que no es culpa de nadie que aún no se puedan reabrir. Los niños juegan, se tocan la cara, se chupan las manos después de subirse al tren de madera, se caen… y por mucho que nos duela es mucho más peligroso todo eso que un grupo de gente sentada alrededor de una mesa tomándose una cerveza, más que nada porque por ese mismo columpio en un día pueden pasar cientos de niños y niñas.
Hay ciertos ayuntamientos que han anunciado medidas especiales para poder reabrir los parques, como en Torrevieja, donde se han reabierto los parques, juegos infantiles y jardines tras la adjudicación directa a una empresa de los trabajos de desinfección en días alternos.
Es fantástico que puedan reabrir en esas ciudades los juegos infantiles, pero aun así, en días alternos la limpieza me parece poca tal y como están las cosas, y con respecto a la inversión económica que van a hacer para ello (42.000 euros), la realidad es que no todos os municipios pueden permitírselo.
Ante toda esta situación ¿Qué podemos hacer?
Estuve hablando con una psicopedagoga que está realmente preocupada por todo lo que está pasando con los niños, y no solo por su trabajo, sino porque sus propios hijos están sufriendo ya las consecuencias. El pequeño, de repente, es sonámbulo. Lo encuentran por la noche caminando por la casa y luego no recuerda nada. Al mayor le cuesta conciliar el sueño, hay días que duerme 5 o 6 horas a lo sumo porque de madrugada no consigue dormirse y a las 10 está con los ojos abiertos. Y, por supuesto, están ambos más irascibles.
Hablando con ella nos planteamos qué tipo de juego podría haber hoy en día en el que no compartan objetos así que pensamos en algo que pudieran llevar ellos encima sin tener que prestárselo: disfraces.
En la urbanización donde residimos hay unos 17 niños, pero 4 de ellos son bebés de entre 0 meses y un año de vida que apenas se enteran de nada, por lo que quedan 13 niños así que hemos montado una pequeña fiesta de disfraces.
Estamos en fase 2, están permitidas las reuniones de 15 personas y si tenemos 13 niños aún puede haber dos adultos con ellos ¿verdad? ¡Pues manos a la obra!
Hemos pedido fondos a la comunidad de vecinos y la respuesta ha sido muy positiva. Se va a comprar merienda para todos, utilizaremos la decoración de los cumpleaños de la urba y hemos preguntado a los papis de los niños de qué creen que les gustaría disfrazarse a sus hijos para no tener que arruinar la sorpresa a los peques.
La Casa de los Disfraces, la conocida tienda online, ha sido muy amable y nos ha hecho hasta descuento con los 13 disfraces: tenemos princesas Frozen, Spiderman, bomberos e incluso una Alicia en el País de las Maravillas.
La fiesta será anti Covid. Cada niño llevará su vaso con su bebida, merendarán todos alrededor de una mesa en la que nos pedirán a nosotras lo que quieran y se lo serviremos en el plato para que no anden metiendo todos la mano a la vez. Habrá bocadillos de nocilla, de jamón york y queso, aceitunas e incluso una tarta al final, para celebrar que vuelven a reunirse los amigos de la urbanización.
Pero ¿cómo jugarán? Pues habrá un concurso de disfraces en el que todos se llevarán una banda de ganador: al disfraz más divertido, al más aventurero, al más dulce, al más mágico… tenemos un premio para cada uno. Saldrán de uno en uno, a decir por qué les gusta tanto ese disfraz con el que les hemos vestido gracias al chivatazo parental y luego daremos los premios entre aplausos a cada uno de los 13 niños.
Pero ahí no queda la cosa, hemos preparado algo más.
La fiesta empezará a las 5 en punto con la entrada de los peques al club social y el reparto de disfraces. Les ayudaremos a disfrazarse, por supuesto, e incluso les pintaremos las caras, y a las 6 empezará la merienda. No hay hora de finalización pero entre eso y el concurso calculamos que a las 8 habrán acabado, momento en el que se servirá un buen vaso de chocolate a cada uno con un bollo para mojar y empezará el visionado de la peli seleccionada para la ocasión: Frozen II. Y antes de las 22:00 estarán todos en sus casas, felices de haber jugado, felices de haber compartido una tarde especial y con la seguridad de no haber hecho nada que pueda poner en peligro a sus mayores, ni a ellos mismos.
Antes de entrar y salir del recinto, por supuesto, lavado de manos a fondo. Y cada hora y media más o menos les pondremos en fila para que pasen por el hidrogel.
Será una fiesta especial, extraña, pero muy especial, y esperamos que la puedan recordar durante muchísimos años. La fiesta post Covid19 que dos madres de la urbanización les organizaron, para que pudieran volver a ver a sus amigos y tener un recuerdo memorable del momento.
Sé que no todos los niños viven en urbanizaciones y no podéis todos organizar algo similar pero tal vez sí se pueda pensar en algo original y diferente con sus primos, o los amiguitos más allegados, cumpliendo las normas de seguridad y siempre sin sobrepasar el límite del aforo establecido en según la provincia en la que nos encontremos y la fase en la que esté. Estamos deseando que llegue el sábado para dar la sorpresa a los peques. ¿Os apuntáis?