Todas aquellas personas de cincuenta años con las que salgo a cenar o a comer de manera habitual, siendo habitualmente mis padres, están de acuerdo de que los alimentos no saben igual que hace muchos años. Y de hecho, una de las personas más entendidas en la cocina (mi abuela) opina totalmente igual.
Y lo cierto es que están en lo cierto, pues el sabor de los alimentos ha cambiado bastante a lo largo de los años debido a los cruces entre especies y a la utilización de productos químicos para acelerar el crecimiento de los productos. Tengamos en cuenta que la manera de cultivar las frutas, verduras y hortalizas ha cambiado durante los últimos veinticinco años.
La necesidad de abastecer a una población en constante crecimiento y con mayor demanda trajo consigo la necesidad de mejorar la producción y crecimiento de las materias primas. Y para ello se recurrió a la tecnología para acelerar los procesos, utilizando cruces transgénicos con capacidad de crecimiento acelerado que dejaba de lado el componente del sabor en pro de la rapidez.
Y esto es algo que tras muchos años ha acabado pasando factura al sabor de las frutas y verduras. Personalmente pienso que el sabor de los tomates es dónde más se nota toda esta química, pues se ha perdido ese sabor tan característico y difícil de encontrar. Aunque no todo está perdido pues hay empresas que han decidido apostar por la calidad en lugar de la cantidad.
En cualquier caso, en el artículo de hoy vamos a hablar de cómo dar sabor a nuestros propios cultivos, pues cada vez más es la gente que decide hacer sus propias cosechas de verduras, pues el esfuerzo que se debe de realizar es bastante pequeño comparado con el gran beneficio y satisfacción que tiene salir al balcón para recoger tus propios tomates, cebollas, pimientos, hierbas aromáticas o cualquier tipo de fruta, verdura o hortaliza.
Trucos para mejorar el sabor de los cultivos
El primer paso para dar más sabor a tus cultivos es cultivar en el suelo siempre que puedas. En el suelo las raíces no encuentran limitación de espacio, pueden extenderse a sus anchas, accediendo así a zonas más profundas en busca de agua y nutrientes. El suelo funciona como un reservorio de agua, evitando que sufran estrés hídrico tan fácilmente como en los recipientes.
Pero en lo que refiere al sabor, el suelo guarda un As bajo la manga, ya que contiene ciertos microelementos y minerales que el sustrato nunca podrá llegar a tener, y que tienen un papel importante en el sabor del fruto. Mantén la salud del suelo aportando materia orgánica de forma regular para aumentar la calidad del suelo. Y dado que cada variedad tiene sus preferencias nutricionales, ves rotando los cultivos para no agotar los nutrientes de las parcelas.
No tengas miedos en utilizar fertilizantes que mejoran el sabor. Este punto está directamente relacionado con el anterior, pero personalmente creo que es de tal importancia que se merece un punto a parte. Y es que los fertilizantes habituales suelen ser ricos en Nitrógeno, fósforo y potasio, que suponen los nutrientes básicos para las plantas.
Hasta aquí todo bien, el problema es que muchas veces tendemos a pasarnos con ellos cuando la dieta de las plantas debería ser mucho más equilibrada. Por eso, es mucho más recomendable utilizar fertilizantes que corrijan esta falta de micronutrientes y minerales, en lugar de fertilizantes que aporten muchos nutrientes.
Unos fertilizantes muy recomendados son los que se componen a base de algas. Estudios sobre la incorporación de algas aseguran que las cosechas se incrementan y la calidad de los frutos mejora gracias a su contenido en macro y micronutrientes. Contienen magnesio, hierro, quelatos, calcio y toda una larga serie de micronutrientes esenciales para el desarrollo de los frutos. También suelen ser ricas en potasio (al cual ahora mismo le dedicamos una sección para él solito) Todo esto que quiere decir que estos fertilizantes son a la dieta de las plantas lo que a nosotros es una buena ensalada.