Vivimos en una sociedad en la que nos pide, yo diría nos exigen, ser ecológicos. Tener una conciencia medio ambiental y ser cada vez más sostenible. Los políticos no se cansan de hablar de la famosa agenda 2030, las políticas siempre son señaladas para no contaminar. Por ejemplo, la venta de coches eléctricos, el reciclaje en casa y tantas y tantas cosas. Pero, seguro que muchas veces te has preguntado qué puedes hacer tú cuando el que lo hace mal es el vecino de al lado. Y es que tengo una historia muy triste que me está pasando con mis adorables vecinos.
Yo era muy feliz en mi vida hasta que llegaron ellos. Recuerdo perfectamente el día porque son de esas fechas que se quedan marcadas. Un 12 de octubre, el día del Pilar, el cumpleaños de mi mujer. Estábamos mirando por la ventana cuando de repente apareció un furgoneta. “Tenemos vecinos nuevos”, le comenté a mi pareja. “A ver cómo nos salen”, fue la contestación de ella. Y la verdad es que sabía muy bien por dónde iba. Y es que lo de los vecinos es como lo de abrir un melón. Diez te pueden salir buenos, pero como uno te salga mal, te estropea ya todo.
Y tengo que reconocer que pronto nos dieron la repuesta. No esperaron ni dos días. Y es que el sábado ya estaban dando una fiesta. “Bueno, pensaremos que es una primera fiesta de bienvenida”, pero ponto nos dimos cuenta de que no era así. Esa misma noche escuchamos ruidos muy altos, gente entrando y saliendo, música muy alta, olor a tabaco desde todos los sitios. Pues a la semana siguiente lo mismo. Y la gota que colmó el vaso fue cuando un día entresemana, un miércoles, realizaron una fiesta y acabaron a las 4 de la mañana con la música alta y más de 10 personas en una misma casa. Me leí la normativa del ruido y estaba claro que estaban sobrepasándolo.
Así que no tuve otra cosa que acudir e ir al sitio. Y es que antes hablé con los profesionales del grupo asesor Martin Laucirica para que me asesoran en esto. Lo primero que me pidieron es que “hablando se entiende la gente”. Es muy conveniente cultivar las relaciones de vecindad para que sean correctas. Por supuesto no es necesario que sean nuestros amigos, pero sí que se establezca un respeto mutuo. Pero desde el primer momento yo no lo tuve.
Toqué su puerta, les comenté lo que había pasado y su respuesta fue “dejanos en paz, metete en tu vida, amargado”. Y me cerraron la puerta en las narices. El siguiente paso fue buscar aliados. Dicen que a la guerra cuantos más vayamos, mejor. Así que intenté buscar el apoyo de otros vecinos; incluso plantee mi problema en la junta de Comunidad, con la idea de que alguien hablará con este vecino ruidoso. Pero ni por esas.
Carta y policía
El siguiente paso fue enviar una carta a los vecinos ruidosos, así todo quedará por escrito. Puse en su conocimiento todas las molestias y daños que estaban causando los ruidos a su salud y a la de mi familia. Si quieres meter más miedo, puedes mandar un burofax. Sus vecinos se tomarán más en serio su problema de ruidos, cuando reciba un burofax de un despacho de abogados.
El siguiente paso es llamear a la policía local para que hagan mediciones de ruido y sean testigos de la situación que tenía. Mi recomendación es que pongas las denuncias necesarias cada vez que tu vecino provoque una situación de ruido insoportable. Las denuncias servirán como prueba, si fuese necesario acudir a los tribunales.
Como no veía luz al final del túnel, acudí a la junta municipal de mi distrito y allí me informaron de cómo poner una instancia para que intervengan los servicios de mediación del Ayuntamiento para problemas de ruido. Otra recomendación que me hicieron es la de acudir a mi médico si, como consecuencia de los ruidos, usted, o alguien de su familia, sufre algún trastorno de salud, esto ya podría ser definitivo.
¿Cómo acabó todo esto? Pues sí, en manos de mis abogados, pero la historia no se terminó hasta que…ellos no se fueron. No sé por qué se fueron, no sé si la denuncia sirvió de algo, si los golpes en casa…solo sé que de la noche a la mañana se largaron. Y nada hemos sabido de ellos. ¿Dónde estarán? No lo sé, pero me compadezco de los que tenga como vecinos. Ojalá no tengáis que pasar por esto.