Acabo de tomar una decisión importante. Después de muchos años viviendo en la ciudad, me he comprado una casa en el campo. Está cerca de un pantano y a poco tiempo en coche de la ciudad.
Muchos de mis amigos no me veían capaz de terminar de dar el paso, me decían que me había hecho ya a las comodidades de la gran urbe y que no aguantaría ni un telediario en mi nuevo hogar.
Sin embargo, no había sido una decisión tomada a la ligera. Llevaba mucho tiempo con un déficit de naturaleza insoportable. Al principio, no era algo de lo que fuera consciente, pero era salir un poco de la ciudad y lo sentía en todo mi cuerpo. Nunca había sentido lo conectada que estaba a la naturaleza hasta que la había dejado de tener presente.
Entonces, siempre que podía me escapaba a la sierra o daba largos paseos por el Retiro para recargar energía. Era una verdad interior, y no tenía la más mínima duda de que si me hacía sentirme tan bien ahí es donde tenía que estar, no un par de fines de semana al año sino siempre.
La decisión empezó mucho antes de tomar el gran paso. Y es que antes tenía que atar un par de cabos sueltos, principalmente en relación a mi trabajo. Había diseñado minuciosamente mi Plan B. Con mis ahorros quería invertir en comprarme una casa abandonada y restaurarla y vivir en ella, además de alquilarla a un par de personas.
Quería que todos los materiales de mi casa fueran naturales, principalmente madera y granito. También terminé utilizando revestimientos cerámicos todo ello, gracias al ingenio y creatividad de los fabricantes de mi piscina.
Innovación en Piscinas. El Toque Natural con Cerámica.
En la casa que compré había una piscina, pero mucho más grande de lo que quería, se comía mucho espacio. Quería cambiarla por otra más pequeña y de materiales naturales. Una amiga a la que le encantan las reformas en viviendas me dio un montón de ideas. Me habló de Piscinas DTP, fabricantes líderes en el sector de las piscinas prefabricadas de poliéster con la gama más completa del mercado y una línea de colores exclusiva.
Una de las cosas que más me atrajo es que hacían piscinas cerámicas que, aprovechando todos los beneficios de sus predecesoras, implementan las propiedades y la estética con materiales minerales que logran una durabilidad y una apariencia única.
De este modo, la naturaleza mineral aporta una gran resistencia al rayado y la abrasión muy similar a la del diamante. Han investigado y desarrollado técnicas que les ha permitido diseñar un nuevo material compuesto de un alto porcentaje de carga mineral, junto con materiales poliméricos de gran calidad.
El resultado es una dureza que podría compararse con la del diamante, lo que le convierte en algo más que una piscina. Al final, más que una piscina terminas teniendo una auténtica joya en tu jardín, un lujo a tu alcance cuando sabes eliminar todos los elementos que no precisas y priorizas lo fundamental, aquello que no puede faltar.
Muchos de mis amigos no daban crédito a que pudiera permitirme una piscina en mi jardín, y es que muchas veces pensamos en piscinas de gran tamaño. La mía era pequeña pero perfecta para lo que quería, da un par de largos al atardecer.
La casa tampoco era muy grande, el tamaño suficiente para mí, el que realmente necesitaba. Al simplificar las cosas pude permitirme una vida con mucha más calidad y haciendo lo que realmente me gustaba. No podía alquilarla a mucha gente, pero con un par de personas me era más que suficiente al compaginarlo con mi trabajo como bloguera que podía hacer fácilmente en cualquier lugar.
Sin duda, si algo aprendí de este gran cambio vital es de lo maravilloso que es la simplicidad, al simplificar y dejar que las cosas pasarán apenas tuve que esforzarme. Cuando pienso en toda la energía que se me iba cuando vivía en la ciudad me reafirmo en esta verdad que disfruto cada día en mi pequeño porche al tomar mi café del desayuno, esta vez, sí viendo a las montañas.
Ya lo decía Einstein, “las cosas se deben hacer más simples, pero no más sencillas”.